Quiero dedicara este artículo a dos personas muy importantes en mi vida, sin ellas no sería quién soy hoy, ellos han sido la inspiración para relataros lo que les ocurrió un 26 de diciembre de finales de los 70, ellos son mis padres.
Hace más de 40 años la figura de la wedding planner no existía, de hecho ha sido una profesión desconocida hasta hace unos años y obviamente las bodas eran muy diferentes a como las conocemos hoy.
Hoy…recordando esta historia que os voy a relatar a continuación, vuelvo a mi niñez, a esa etapa en la que te gusta que te cuenten historias y más aún cuando es algo que han vivido tus padres en primera persona.
Esta historia trascurre un 26 de diciembre en una milenaria ciudad situada al suroeste de nuestro país.
Era lunes por la tarde, a priori ahora nos puede resultar extraño e inverosímil se casaran un lunes por la tarde y por la iglesia, pero tiene su explicación, por aquellos años el día 26 de diciembre era festivo, si, como lo estás leyendo se consideraba el segundo día de navidad festivo.
En un principio todo transcurría según lo esperado, el novio llegó junto a su madrina de boda a la puerta de la iglesia.
Por su parte la novia, recibía las últimas indicaciones del fotógrafo antes de salir del brazo de su padre hacia la iglesia.
¿Os habéis fijado lo que ha evolucionado la fotografía nupcial? Nada tienen que ver los reportajes que hacían antes con los cuidados trabajos que se crean hoy. Si ojeas el álbum de boda de algún familiar que contrajera matrimonio por esa época, te darás cuenta que prácticamente todos los álbumes eran iguales, mismos ángulos, mismos posados…solo cambiaban los novios y familiares.
Volviendo a mí historia…
El coche que transportaba a la novia y al padrino llegó a la puerta de la iglesia, la novia (mi madre) quedó perpleja cuando vio a todos los invitados y a su futuro esposo en la puerta de la iglesia, si has leído bien, estaban todos en la calle, la iglesia estaba cerrada!
No puedo llegar a imaginarme cómo se sintió mi madre en ese momento, esta es una de las experiencias que ninguna novia merece vivir.
¿Qué le habría pasado al sacerdote de la parroquia? Era una pregunta que se formulaban todos los que allí se encontraban.
Imagínate el sofoco de los novios y el frio que pasaron los invitados, en la calle un 26 de diciembre.
Aun así esperaron unos minutos de cortesía, pues desconocían si le había ocurrido algo al sacerdote, recordar que en aquellos años no existían los teléfonos móviles.
Poneros en situación, finales de los años setenta, sin teléfonos móviles ni ninguna otra tecnología que hoy nos hubiera ayudado a evitar o improvisar una rápida y feliz solución, una tarde de diciembre que oscurece muy pronto.
Harto de la situación un familiar de la novia cogió su coche y se dirigió al Obispado de la ciudad, pues tenía un hermano que era párroco y conocía la forma de dirigirse a esta institución ante una situación como la que estaban viviendo. El obispado comunicó a este familiar que enviaría un sacerdote lo antes posible.
A la misma vez el sacristán de la iglesia, (que casualmente era compañero de trabajo de la novia) se acercó a la iglesia para acompañar a mi madre en este día tan especial para ella, lógicamente en cuanto llegó y vio a todos en la puerta (incluido el novio), se marchó a buscar a la señora que se encargaba de la limpieza de la iglesia para que abriera las puertas y al menos los invitados y el novio pudieran esperar dentro, ya que en la calle hacía muchísimo frio, mientras ,la novia en el coche…. Menuda situación!!
Gracias, tanto al familiar de mi madre como al sacristán de la parroquia que actuaron de forma eficaz y entendiendo las circunstancias de esa época, mis padres finalmente pudieron casarse, pero aún me queda una cosita que contaros…
El obispado envió a un sacerdote, llegó a la iglesia y a los dos minutos llegó el sacerdote de la parroquia, con lo que mis padres pasaron de no tener un sacerdote quien los casara a tener dos, finalmente los casó el de su parroquia.
Y hasta aquí esta historia real de un 26 de diciembre.
Aseguro que han sido un matrimonio ejemplar, lo que ocurrió el día de su boda no marcó negativamente su vida como marido y mujer.
Con todo mi respeto, amor de hija y cariño para vosotros MAMÁ y PAPÁ.